"(...) ¿Sin los 23 años de Jordi Pujol como presidente de la Generalitat habríamos llegado hasta aquí?
No. A partir de los años noventa, Jordi Pujol comenzó a trabajar
conscientemente para producir lo que está ocurriendo hoy en Catalunya.
Nadie había hablado seriamente de independentismo. Lluís Companys, el 6
de octubre de 1934, proclamó el estado catalán dentro de la República
Federal Ibérica.
Pujol puso recursos y mucho dinero para dar al
independentismo elementos que no había tenido nunca: entrada en los
medios de negocios e intelectuales, técnicos, gente cualificada. El
independentismo era comarcal y de gente de letras. No era urbano,
moderno, internacional, no hablaba inglés, no tenía empresarios. Poco a
poco, el nacionalismo se encuentra con que su programa político
tradicional -lengua y cultura- ya se ha alcanzado.
La Generalitat dirige
la educación, existe TV3, Catalunya Radio… Para ocupar este vacío
aparece, entonces, la voluntad deliberada de empezar a hablar de
economía, de que Catalunya podría ser mucho más rica de lo que es si no
cargase con el peso de España. Hablan de expolio fiscal, de inversiones,
siembran dudas sobre los servicios públicos, sociales, y terminan
cuestionando la solidaridad con otros territorios de España. Este giro
de la lengua al dinero está en la base del proceso.
Jordi Amat atribuye buena parte del aumento del apoyo al
independentismo a la decisión de Pasqual Maragall de impulsar un nuevo
Estatuto
Estoy de acuerdo. El Estatuto de 2006 no añadió nada que no estuviera
en el de 1978. Se introdujeron cuestiones que se podrían haber asumido
con leyes ordinarias del Parlamento de Catalunya. Fue la factura puesta
por ERC para contentar a sus bases y formar un gobierno de izquierdas.
Creía que así podría rematar a Convergencia y, al final, a muy largo
plazo y de una manera un poco inesperada, es lo que ha acabado pasando.
Convergencia hoy no existe y lo que fue es ahora muy pequeño. Victoria
de ERC, pero victoria que han aprovechado otros.
La reforma del Estatuto era una operación tan ambiciosa que requería
una actitud nacional en el gobierno y en la oposición. La Convergencia
de Artur Mas era impermeable a consideraciones de interés nacional.
Enfocaron la maniobra del Estatuto como un juego táctico en el que ellos
tenían que ganar. Hay un ejemplo maravilloso: en el Estatuto que las
leyes se aprueban por mayoría en el Parlamento de Cataluña excepto una,
la Ley electoral, que requiere una mayoría de dos tercios.
Sólo hay una
explicación para ello y es que, cuando se hizo el Estatuto, Convergencia
tenía un tercio más uno de los diputados del Parlamento. Podía bloquear
la ley electoral y Mas amenazó con abandonar el proceso de elaboración
del Estatuto si no se aprobaba esta condición.
Maragall se lo compró.
Sin reforma del Estatuto no habría habido tripartito. Fue el inicio de
parte del embrollo actual pero era el precio indispensable que había que
pagar si se quería tener una mayoría de izquierdas en el Parlamento.
¿Tapar la corrupción de CiU influye en la operación independentista o es un elemento accesorio?
Sí. En dos sentidos. Veinte años de gobierno de los mismos genera
figuras como Millet. Es inevitable. Mejor no hablar de eso y hablar de
otras cosas. Por otra parte, Jordi Pujol tenía una autoridad moral que
hacía que el mundo independentista aceptara actitudes negativas por su
parte. Era independentista y sabía que no se podía conseguir la
independencia. Convenció a buena parte de los suyos de ello.
Cuando en
2014 aparecen informaciones sobre el origen inexplicable de la fortuna
de los Pujol, se desmorona su doble discurso. Si resulta que no era
decente quizás tampoco era verdad que la independencia fuese imposible,
piensan muchos. Y vemos gente mayor de edad, aparentemente culta, con
intereses económicos, etcétera, que se cree aquella información de que
la independencia era posible, fácil e indolora. (...)
Dentro de las Españas ven Cataluña a través de televisiones
como Telecinco, La 1 o La Sexta. Aquí lo hacemos a través de TV3.
¿Comparte la visión de que TV3 y Catalunya Ràdio han sido fundamentales
para el auge del independentismo?
Han sido claves. En TV3 no hay ahora ningún programa que no responda a
sumarse al proceso. Cuando hay programas de tertulias, reflexión,
debates, los invitados están en proporción de 3 a 1 y el presentador se
suma a la mayoría y crucifican al que está en minoría. Los no
independentistas pueden optar entre ir y salir crucificados o no ir y
quedar mal. Esto debería hacer reflexionar a alguien en el frente de los
medios.
Lo hemos visto en las conversaciones para formar nuevo gobierno
en Catalunya. Los partidos nos cuentan con toda naturalidad como se
reparten la dirección y los servicios informativos de la radio y la
televisión de Catalunya. Cuando se les reprocha, la respuesta es que los
medios públicos españoles también son sectarios, lo cual no es un muy
buen argumento. (...)
¿Es posible la independencia?
No. Nunca ha nacido una independencia dentro de una democracia,
porque esto quiere decir que el estado de origen pase a ser visto por la
comunidad internacional como un estado ilegítimo. Tendrían que pasar
muchas cosas para que España llegara a esta situación, siendo como es un
país democrático miembro del club europeo. ¿Si Catalunya fuera
independiente, sería viable? Sí, claro.
Hace un siglo que Irlanda es
independiente y es una roca pelada, en medio de las aguas glaciales del
Atlántico norte. Han salido adelante y los irlandeses comen cada día.
Cataluña seguiría teniendo las mismas condiciones, el mismo clima, la
misma arquitectura. Los turistas seguirían viniendo. Económicamente, la
Cataluña independiente es viable.
No lo es, sin embargo, política y socialmente. En primer lugar,
porque el defensores de una Cataluña independiente son una minoría en la
sociedad catalana. En segundo lugar, porque la ruptura con las Españas
no es factible y lo que está pasando estos días, con los
encarcelamientos y las situaciones judiciales lo demuestra. Y, además,
porque el mundo requiere unidades más grandes y no unidades más
pequeñas.
No prestamos suficiente atención pero lo más importante de lo
que está a punto de pasar es la apertura de la guerra comercial entre
Estados Unidos y China. Esto es, de largo, lo más grave que tenemos en
los próximos días y semanas. Resistir ante potencias de este calibre
reclama ser mucho mayor y mucho más sólido. Este delirio de que podemos
construir una reja, unas fronteras, unos muros, nosotros sólos vamos a
salir de ésta, la comparación con Estonia, Noruega, etcétera, no se
sostiene de ningún modo. (...)
¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que recuperemos la buena convivencia social?
Hay números para que esto vaya para largo. Hay números para que quede
un reducto diferente en las conciencias de unos y otros pero que
podamos conseguir una forma de convivencia razonablemente estabilizada.
Hay que sentarse y hablar, pero ahora estamos en la fase de
enfrentamiento entre machos alfa.
¿Esa solución confortable llegará después de hacer uno o más referendos?
Si fuera necesario, sí. Muchos constitucionalistas han dicho que es
posible un referéndum de verdad, no uno consultivo. Si llevas a la gente
a votar debe ser para que el resultado vaya a misa. Si sale que Sí es
que Sí. Como el brexit. ¿Pero votando qué? ¿Independencia Sí o
No? ¿Statu quo actual Sí o No? ¿Una propuesta nueva más satisfactoria Sí
o No?
Yo apuesto por esta tercera posibilidad. Esto quiere decir que se
tiene que elaborar, negociar mucho, determinar qué objetivos se quieren
alcanzar mediante la independencia y acordar un referéndum que incluya
un número determinado de ellos. Hace falta una decisión y una voluntad
para hacerlo que hoy no vemos, pero la solución tiene que ir por ahí." (Entrevista a Joan Botella, catedrático de Ciencia Política y presidente de ‘Federalistes d’Esquerres’, Catalunyaplural, 16/04/18)
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