12/12/17

Mientras los vascos reciben de la financiación autonómica 4.455 millones de euros y Navarra 1.133... Extremadura 140

"(...) Pero hoy también sabemos que esos murcianos y extremeños y valencianos roban a los catalanes. Por eso Cataluña, así denominado el territorio que contiene a sus habitantes convertido en ser pensante, hablante y actuante, como categoría escolástica, quiere la independencia. 

Cataluña, que es la tercera comunidad más rica de España, está expoliada por el resto de España. Y los murcianos, extremeños y valencianos no roban a los vascos porque éstos no se dejan. Se agarran bien los bolsillos y no hay quien meta la mano en ellos.

Acaba de aprobarse en el Parlamento, con el consenso de toda la izquierda, el llamado Cupo vasco para este año y los siguientes, que supone que el gobierno vasco se queda con varios cientos de millones más de los que tenía que haber pagado al Estado. Parece ser que las diferencias fiscales están claras.

 Mientras los vascos reciben de la financiación autonómica 4.455 millones de euros, Navarra 1.133 y Extremadura 140, a Murcia le faltan 330 y a Valencia 1.893. Otras comunidades tampoco están bien servidas, porque a Andalucía le deben 1.687.
Pero es que vascos y catalanes tienen un plus que los hace merecedores de las plus valías que no merecen extremeños ni murcianos ni valencianos. 

La Historia. Sí, la Historia, con mayúscula, que comparten catalanes y vascos y que murcianos,  extremeños y valencianos –y andaluces y castellanos y aragoneses y riojanos y cántabros y asturianos y canarios, añadiría- no poseen. La Historia, esa señora pomposa y aristocrática y antigua, merece unas atenciones especiales precisamente por ser aristocrática y antigua.

Ya se sabe que Cataluña y el País Vasco tienen unos derechos históricos de los que otros territorios no pueden presumir, y cuyo origen comienza en la más baja Edad Media en el caso de Cataluña, cuando en el siglo XII ya era una república que fue invadida por Castilla, según cuentan los libros de texto escolares que se enseñan en las escuelas catalanas. 

El País Vasco y Navarra, a raíz de las guerras carlistas que ensangrentaron España y la hicieron más pobre, más desértica y más atrasada, en 1878 llegaron al acuerdo con el gobierno central de pagar unas cantidades a “fortfait” para aliviar las exhaustas arcas estatales y no participar del pago de los impuestos generales.

 Ese es el derecho foral que incluso el dictador les mantuvo, bien agradecido por la ayuda que los carlistas prestaron al bando golpista en la Guerra Civil, y que se le reconoció en la Constitución de 1978, también manu militari, cuando el terrorismo etarra volvía a enlutar nuestro país. Con ochocientos muertos y miles de heridos, mutilados e inválidos, no había más discusión que la paz.

La Historia, la sagrada, indiscutible y dominante Historia que decide de la vida de los pueblos a ella sometidos. ¿Qué importa ahora si los extremeños no tienen tren, a los murcianos el tren les pasa por encima y los niños y las niñas valencianas estudian en barracones desde hace veinte años? Lo importante es que la Historia antigua decida del destino de los humanos de hoy. Como dice Marx, la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. 

 Lo cierto es que la Historia es contada y escrita y reescrita varias veces en cada siglo,  y los extremeños y murcianos y valencianos no han sabido llegar a tiempo de contar la suya, que vamos, creo yo, alguna tendrán, y las únicas historias son las que repiten machaconamente hasta la pesadilla vascos y catalanes. 

Y, por tanto, mientras los trenes no llegan o llegan para fastidiar y los niños se hielan en barracones, en Extremadura, en Murcia y en Valencia, Cataluña y el País Vasco tienen que defenderse del robo continuado que el resto de España les inflinge. Como dice, muy acertadamente Julio Llamazares lo único que les queda a Extremadura, Murcia y Valencia es declarar la independencia."                    (Lidia Falcón, presidenta del Partido Feminista, Crónica Popular, 01/12/17)

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