"El filósofo y diputado en el Congreso Manuel Cruz (Barcelona, 1951),
una de las voces socialistas más críticas con el nacionalismo, acaba de
publicar “La flecha (sin blanco) de la historia” (Ed. Anagrama),
un ensayo en el que reflexiona sobre la crisis de la idea de progreso y
el uso torticero de la historia por parte de la clase política.
En su último libro denuncia la manipulación del pasado para
justificar la acción política del presente. Resulta inevitable pensar en
Cataluña.
Buena parte de lo que viene ocurriendo en Cataluña en los últimos años
tiene muy poco de original y se parece, no solo a cosas que están
ocurriendo ahora en Europa y en el resto del mundo, sino incluso a otras
que llevan ocurriendo desde hace mucho.
En este último apartado, se
incluye la voluntad de utilizar el pasado en provecho propio por parte
del poder –que es quien está en condiciones de imponer un relato del
mismo–. A este respecto, la cita de Orwell resulta poco menos que
obligada para describir el comportamiento de algunos: “Quien controla
el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el
futuro”. (...)
El grado de autogobierno de las regiones españolas se
encuentra entre los más altos del mundo. ¿Qué aportaría el modelo
federal, del que usted es un firme partidario?
Aunque los nacionalistas insistan mucho en que les faltan
competencias (en muchas ocasiones les ha faltado competencia, pero eso
es harina de otro costal), lo que realmente ha faltado, desde una
perspectiva federal, es cooperación. Porque una de las definiciones de
federalismo es la de gobierno compartido.
El federalismo proporciona un
equilibrio entre los elementos centrífugos y centrípetos. Aquí solo ha
habido lo primero, en forma de descentralización, pero no lo segundo,
que no se puede confundir con recentralización. Faltan instituciones en
las que desarrollar el gobierno compartido de una federación.
Debería
serlo el Senado, pero sabemos que no lo es. Las que lo son, como la
conferencia de presidentes de comunidades autónomas, apenas funcionan.
Pero vale la pena señalar el motivo: porque los recentralizadores no la
convocan y los nacionalistas no quieren asistir. Acaso esto esté
señalando una de las grandes virtudes cohesionadoras del federalismo.
Ha criticado que en Cataluña se tilde siempre de “excesiva”
cualquier iniciativa del Estado que cuestione al Govern. ¿A qué atribuye
esa inercia?
Entre otras cosas, a la arraigada tendencia a la victimización
característica del nacionalismo. El discurso nacionalista anda siempre a
la búsqueda de munición victimista, convierte en agravios insoportables
lo que en algún otro sitio serían quejas o reclamaciones ordinarias.
Aquí todo se convierte en casus belli al servicio de la legitimación del objetivo final.
Estos días se habla mucho de fractura social. No obstante,
durante mucho tiempo se ha ninguneado una realidad: que los
castellanoparlantes de rentas media y baja están en contra de la
independencia, mientras que los catalanoparlantes de clase media y alta
están a favor. ¿Por qué se ha ocultado esta división?
Porque dejaba en evidencia una de las radicales mentiras del discurso independentista: la existencia de un sol poble,
decidido partidario de la autodeterminación y, más allá, de la
independencia.
Pero no se trata de que quieran ocultar el pluralismo, la
existencia de diferentes puntos de vista políticos, sino el carácter de
clase que estas diferentes perspectivas representan. Ya sé que la
expresión “carácter de clase” ha caído en desuso, aunque estaría bien
que quienes hoy tanto reivindican su condición de única izquierda
verdadera la aplicaran a esta situación.
Constatarían que si, por
ejemplo, se hace un mapa de los municipios más ricos de Cataluña, en
ellos la mayoría independentista en sus ayuntamientos es abrumadora.
Esto no es una valoración por mi parte: es un dato de hecho.
-Al contrario que el derecho a decidir, el derecho a la
educación en lengua materna cuenta con el respaldo de la ONU, que
defiende que una parte importante de la enseñanza se imparta en ese
idioma. ¿Por qué entonces el PSOE defiende la inmersión obligatoria en
catalán?
El nacionalismo, antes, y el independentismo, ahora, se han dedicado
con ahínco –y, por qué no decirlo, con notable éxito– a convertir la
cuestión de la lengua en material inflamable. Lo primero que hay que
decir es que no es cierto que el PSC haya defendido desde siempre el
modelo de escuela catalana que hoy tenemos, sino que dicho modelo ha ido
experimentando importantes variaciones, algunas de ellas, las más
cuestionables, introducidas por los gobiernos nacionalistas.
Lo que el
PSC proponía desde el inicio es que no hubiera dos líneas diferenciadas
por su lengua, como sí había en el País Vasco, porque entendía que eso
podía dañar a la cohesión social, pero no que en esa sola línea el
catalán fuera la única lengua vehicular. (...)
hago mía la brillante formulación de Fernando Savater: hay que
defender el derecho a la diferencia, no la diferencia de derechos. Al
llegar a este punto, no suele faltar quien introduce, a mi juicio de una
manera forzada, la cuestión de si el federalismo que viene ha de ser
simétrico o asimétrico.
Una respuesta al reproche podría ser esta
sencilla pregunta: ¿acaso no es ya bastante asimétrico nuestro Estado de
las Autonomías, sin que dicha asimetría haya causado hasta ahora
particular escándalo en los repentinamente escandalizados por la
propuesta federal?
Usted ya denunció hace tres años en TV3 la falta de
pluralismo de sus informativos. ¿Cree que el canal autonómico ha
contribuido al auge del secesionismo?
Se ha esforzado denodadamente, de eso no cabe la menor duda. Dicho lo
cual, valdría la pena distinguir entre dos formas de contribución. TV3,
prácticamente desde su creación, ha dedicado el grueso de sus energías a
construir lo que podríamos llamar la cosmovisión, o visión del mundo,
nacionalista.
Desde esa perspectiva, es evidente que la televisión
pública catalana ha constituido uno de los factores claves en la
elaboración y reforzamiento de una determinada identidad colectiva. No
es casual que durante una época el eslógan con el que la propia TV3 se
promocionaba era “La nostra”.
En realidad, lo que se ha visto es que el
eslogan merecía una pequeña rectificación, y debería haber sido “La dels
nostres”, la de los nacionalistas, que es en lo que se ha convertido,
de manera exclusiva.
Pero luego se encontraría la otra contribución, que es la que estamos
viendo en los últimos tiempos, y que bien podríamos denominar la
contribución de argumentario. TV3 se ha convertido durante el procés
en la correa de transmisión de las consignas de los partidos
independentistas hasta el menor detalle y sin el menor pudor.
No dudo en
absoluto que TV3 esté llena de magníficos periodistas. Lo que sí afirmo
es que no ejercen de tales cuando se comportan de una determinada
manera. De una manera que en aquella casa se ha convertido en norma.
También ha alertado de la credulidad de una parte de los
ciudadanos ante los mensajes tóxicos del independentismo. Una vez
demostrada su falsedad, ¿confía en que una parte importante de los
catalanes varíe su voto el 21-D?
Quienes entienden de estos asuntos –tanto de comportamientos
electorales colectivos como en general de psicología de masas–
acostumbran a señalar que, cuando se producen adhesiones políticas
cargadas de una fuerte emotividad, a los individuos les cuesta gran
esfuerzo la rectificación.
Tanta resistencia resulta comprensible. A
todos nos cuesta reconocer nuestros errores, y cuanto mayores sean
estos, la dificultad es mayor, sobre todo si el reconocimiento resulta
doloroso por el tamaño de las expectativas incumplidas. En ese sentido,
yo no veo, pongamos por caso, a grandes contingentes de votantes de
Junts pel Sí pasando a votar a Miquel Iceta –y ya no digamos a
Arrimadas–.
Pero sí creo que podría haber un sector de votante
independentista sobrevenido que, ante la evidencia del monumental engaño
–seremos la Dinamarca del Mediterráneo, Europa ya tiene preparada la
fiesta de bienvenida a la futura Cataluña independiente, etc.–,
decidiera abstenerse." (Entrevista a Manuel Cruz, Óscar Benítez, El Catalán, 05/12/17)
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