"(...) nos vamos a referir al comportamiento lingüístico de la casta
política nacionalista-independentista catalana durante los 40 años de
democracia. Antes de dar el fallido “golpe de Estado de la DUI”
(declaración unilateral de independencia), los independentistas
llevaron a cabo, despacio pero sin pausa, un permanente y efectivo “golpe de Estado lingüístico”,
que permitió manipular y descarriar las mentes de muchos ciudadanos de
Cataluña, partidarios de la DUI del 27 de octubre de 2017.
Desde el inicio de la Transición (1975), la casta política independentista catalana está empeñada e inmersa en una “batalla del lenguaje”, que no se debe confundir con la “batalla de la lengua” (enseñanza del y en español y catalán), de la que nos hemos ocupado reiteradamente en numerosos textos.
Gracias a la “batalla del lenguaje”,
se ha tergiversado y prostituido el uso normal del lenguaje, al llevar a
cabo el vaciado del contenido semántico de las palabras y a su
sustitución por un contenido inapropiado, pero acorde con lo que la
casta política quiere que digan, con vistas a la consecución de la
independencia de Cataluña.
En esta operación de “ingeniería lingüística”, la casta política independentista ha funcionado como el orwelliano “Ministerio de la Verdad” y ha creado, como hubiera dicho G. Orwell, una “neolengua”, que se ha ido enriqueciendo y modificando en función de la coyuntura política. Con esta “newspeak”,
se ha pervertido, formateado y jibarizado la competencia lingüística de
muchos de los ciudadanos de Cataluña, al tiempo que se ha convertido en
vehículo de “posverdades” o “fake news”.
Para ilustrar esta metamorfosis permanente —llevada a cabo por el “Ministerio Catalán de la Verdad”, instalado en TV3, en numerosos medios de comunicación e instituciones varias (ANC y Omnium Cultural) de la “Cosa Nostra” independentista, así en todos los niveles de enseñanza— me permito dar algunos ejemplos de la manipulación lingüística de la “neolengua catalana”.
Para ello, no hace falta ser un Sherlock Holmes o un Hércules Poirot
para descubrir y desvelar el engaño-estafa de esta “nueva lengua”, que
es moneda de curso legal y de uso cotidiano por parte de los
independentistas catalanes.
Como en aquella película titulada “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”, también podemos preguntarnos por qué los independentistas hablan de “guerra de secesión” cuando deberían decir “guerra de sucesión”; o de “presos políticos” por “políticos presos”; o de “democracia” por “rechazo a la legalidad vigente”; o de “referéndum unilateral” por “consulta de la Señorita Pepis”; o de “diálogo” por “independencia sí o sí”; o de “facha” por “el que se opone al proceso independentista”; o de “franquismo” por “Estado democrático español”; o de “fuerzas de ocupación” por “Guardia Civil y Policía Nacional”; o de “represión” por “mantener el orden legal y social”; o de “pueblo catalán” por “los independentistas”; o de “derecho a decidir” por “derecho de secesión”; o de “votación pacífica del 1-O” por “votación ilegal”; o de “botiflers” por “los ciudadanos constitucionalistas”; o de “violación de los derechos humanos” por “uso legítimo de la violencia constitucional”; o de “legitimidad fáctica” por “legitimidad legal-racional”; o de “movilizaciones pacíficas” por “escraches y hostigamiento a las fuerzas de orden público”; o de “golpe de Estado” por “aplicación del art. 155 de la Constitución”; o de “exiliados” por “prófugos de la justicia”; o de…; etc.
No he intentado ser exhaustivo en esta recopilación de “falsa moneda”
lingüística. Basta con este muestreo para describir el comportamiento
lingüístico del independentismo catalán, en el que las dos primeras
víctimas han sido la verdad y el lenguaje.
En este mundo
independentista, el lenguaje ha dejado de ser un instrumento de
ilustración y liberación, y se ha convertido en un “antilenguaje”, que propicia la confusión, la ambigüedad, la seudocomunicación y el “babelismo”
disgregador. El lenguaje, no lo olvidemos, pertenece a todos los
hablantes y nadie puede apropiárselo, para manipularlo a su antojo y en
exclusivo beneficio propio. (...)
La manipulación lingüística no es una cuestión baladí. Es, más bien,
un problema grave en la vida en sociedad y en la gestión política. La “langue de bois”,
propia de la casta política en todas las latitudes, tiene muy mala
prensa y aleja de sus derechos y deberes políticos a los ciudadanos,
convirtiéndolos en practicantes del “silencio de los corderos”.
A propósito de esta ingeniería lingüística, al escritor austríaco S.
Zweig, en plena Segunda Guerra Mundial, le horrorizaba que “las palabras hubieran sido vaciadas de verdad, se hubieran vuelto huecas y desprovistas de sustancia interior”; y por eso temía y detestaba “vivir entre palabras sin verdad”.
Estos temores se hicieron realidad y, por eso, el historiador P. Sawicki se permitió escribir, muchos años después, que “todos los genocidios (el holocausto fue uno) empezaron con palabras” castradas
y preñadas de nuevo.
Por eso, los responsables políticos deben respetar
el lenguaje; esto es tan importante como respetar la legalidad vigente.
No pueden seguir utilizando la palabra en vano, ya que “si dejamos que la lengua se corrompa, ella nos corromperá. Si la dignificamos, nos devolverá, en pago, dignidad” (Anjel Lertxundi, 2010).
Por eso, no está de más recordar a los independentistas y a los miembros o “miembras”
de la casta política de cualquier signo, todos ellos saboteadores del
lenguaje, la respuesta que, en el s. VI a. C., dio el maestro Confucio a
uno de sus discípulos, cuanto le preguntó qué medidas deberían tomarse
para ordenar el Estado:
“Lo primero que hace falta es la
rectificación de los nombres. Si los nombres no son correctos, las
palabras no se ajustarán a lo que representan y, si las palabras no se
ajustan a lo que representan, las tareas no se llevarán a cabo y el
pueblo no sabrá cómo obrar. Si de lo que se trata es de gobernar una
nación, lo más importante es la precisión de la lengua”. Por los
hechos y los resultados, parece que los independentistas catalanes están
sordos o ciegos y Confucio predicó en el desierto."
(Manuel I. Cabezas González, profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada. Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Crónica Popular, 01/12/17)
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