11/12/17

Junqueras sabía perfectamente lo que tenía que declarar para quedar en libertad pero prefirió no decir nada para no dar argumentos con los que Puigdemont pudiera machacarle. Es una prisión, por lo tanto, calculada, estratégica, electoralista, voluntaria. Hostal Royal Estremera: es su mejor cartel de campaña

Encuesta del CIS de este lunes 4 de noviembre

"(...) Puigdemont se acerca peligrosamente en las encuestas y la épica del «president legítim a l’exili» es demasiado poderosa para tratarla de combatir habiendo acatado la legalidad, el artículo 155 y la inexistencia de la fraudulentamente proclamada república catalana.

Junqueras sabía que tenía que quedarse pero por si colaba intentó salir gratis de la cárcel. Esquivar las facturas es su especialidad y hasta ahora no le había ido mal. 

Sabía perfectamente lo que tenía que declarar para quedar en libertad pero prefirió no decir nada con lo que los hiperventilados de Puigdemont pudieran avergonzarle durante la campaña. 

La de Junqueras es una prisión, por lo tanto, calculada, estratégica, electoralista, voluntaria. Hostal Royal Estremera: es su mejor cartel de campaña. Es posible que no le sirva de nada y que igualmente le supere el apestado de Bruselas: el CIS sugiere que el independentismo, cada vez más estomacal y más radicalizado, está irreversiblemente decantado hacia el voto más visceral y extravagante. (...)

En este sentido, la gran paradoja del 21-D podría ser que precisamente el voto más independentista y antiespañol propiciara la victoria de Ciudadanos: el terreno que gane Puigdemont es el que retrocerá Esquerra, y en el empate a 30, Inés Arrimadas podría vencer a ambos por uno o dos escaños. 

Y aunque la aritmética parlamentaria es lo determinante para formar gobierno, que la primera fuerza política de Cataluña pase a ser constitucionalista, manda un mensaje de indiscutible entidad a Europa y al mundo.

Puigdemont sabe que desde Bruselas no podrá ser presidente pero en su extravío y su vanidad está dispuesto a asumir el riesgo de que Ciudadanos gane las elecciones para tratar de evitar la victoria de Esquerra. Por su parte el PDECat, en su demagogia del «president legítim», ha advertido que no votará ninguna investidura que no sea la de su candidato. 

Junqueras está tan asustado que cree que su mejor baza es quedarse en la cárcel, como aquellos clochards que cuando llega el invierno cometen cualquier delito porque saben que en prisión no pasarán frío y comerán tres veces al día. (...)

 En el Hostal Royal Estremera Junqueras intentará contraprogramar el circo permanente del apestado de Bruselas. Mientras tanto, doña Inés ha salido a comprarse un vestido porque al final siempre hay uno que baila y el jueves 21 muy probablemente será ella."            (Salvador Sostres, ABC, 05/12/17)


"Yo no creo en las encuestas pero la del CIS es significativa: Ciudadanos ganaría una elecciones al Parlament por primera vez. 

Aunque con la Ley Electoral vigente una cosa es ganar y la otra gobernar. Ya le pasó a Maragall en 1999. Venció por casi 5.000 votos pero Pujol obtuvo cuatro escaños más: 56 a 52. Gobernó Pujol.

Al candidato del PSC le perjudicó los 44.000 votos que obtuvo EUiA, que evitaron presentarse en coalición con ICV. No por lo que sumaron -no entraron en el Parlament- sino por lo que restaron. Es política ficción pero cómo habría cambiado la historia de Catalunya si Pasqual Maragall hubiera llegado a president cuatro años antes. Quizá no habría habido ni proceso.  (...)

Como dijo un día el entonces diputado socialista Celestino Corbacho: “con el sistema actual el voto de un ciudadano de Vic, de Vilafranca o de Igualada vale casi la mitad que el voto de un ciudadano de Figueres, Mollerussa o Reus” (1).

Mientras que Joaquín Coll explicó un día la sobrerepresentación de Lleida, Girona y Tarragona en estos términos: “Si fuese proprocional, a la provincia de Barcelona le corresponderían 16 diputados más”. Es conocida su afiliación a Sociedad Civil Catalana (SCC) pero también su condición de historiador. Es preciso cuando maneja datos en sus artículos.

En efecto, si la democracia es una persona, un voto no entiendo porque el mío -que vivo en el Baix Llobregat- tiene que valer menos que el del Pallars por ejemplo. Aunque estoy de acuerdo en que haya ligeros mecanismos correctores.

Lo cierto es que en el resto del Estado ocurre lo mismo. Un día me lo decía el exsecretario general de ERC, Joan Ridao, ahora letrado del Parlament: se necesitan menos votos para ser diputado por Soria que por Madrid. Canarias, por ejemplo, elige ocho diputados. Casi uno por cada isla.

Pero, a pesar de todo, puede haber también un "movimiento de fondo" que no se refleja en las encuestas. Nacho Martín Blanco lo decía este domingo en una entrevista en La Vanguardia. En este caso es candidato por Ciudadanos. Pero también politólogo. Creo que tiene olfato para estas cosas.

¿Por qué este mar de fondo? Porque el catalanismo -y por extensión el soberanismo- ha dejado de ser ejemplo de modernidad. Cuando yo era joven era una bocanada de aire fresco. Todo el mundo quería ser catalanista. Era más transversal.

Pero con el proceso se ha enrocado en actitudes defensivas. No se puede criticar TV3 porque es la televisión nacional pero todo el mundo sabe que, en la época actual, una cadena con 2.000 empleados está sobredimensionada.

Tampoco se puede plantear la reforma de la Administración -consejos comarcales incluidos- porque es un ataque a Catalunya. Pero es absurdo tener seis niveles de administración: UE, Estado, Generalitat, provincia, veguería, consejo comarcal y municipio.

Ni se puede tocar la inmersión porque Per un país de tots, l’escola en català. Pero arrastramos déficit con el inglés desde hace un montón de años. A Pujol ya le oía aquello de la Catalunya trilingüe. Han pasado casi 20 años y seguimos igual. ¿Por qué no se pueden plantear estos temas sin que te llamen botifler?

Creo, además que el soberanismo ha cometido errores, comenzando por los múltiples perpetrados con el proceso. No voy a entrar de nuevo en el tema pero la autocrítica ha durado apenas cinco minutos. Si haces más significa que nos han engañado -no había mayoría social ni estructuras de estado ni nada- y si nos han engañado ¿por qué hay que volver a votarles?

En realidad, hasta ellos ven el riesgo de perder la hegemonía. En caso contrario no insistirían en la posibilidad de un pucherazo -como hizo el otro día el portavoz de ERC, Sergi Sabrià- o en que las elecciones no serán imparciales como han insistido Elsa Artadi o Marta Rovira tras la decisión del Supremo.

Pero es que, en el fondo, nos están pidiendo que volvamos a la línea de salida. No sólo del proceso. Incluso de la Catalunya preautonómica, la de Volem l’Estatut: recuperar las instituciones, los presos a la calle, el retorno del presidente en el exilio.

Además, han presentado antes las sedes o los eslóganes que los programas electorales. Hasta ahora las únicas propuestas que he oído es tener un gobierno ejecutivo en el interior y otro en el exterior (Marta Rovira) lo cual, dicho sea de paso, me parece impracticable.

O hacer un referéndum para decidir si tenemos que irnos de la Unión Europea (Carles Puigdemont). La propuesta duró apenas 24 horas. Por respeto al expresidente me ahorro de decir qué me parece. Bueno, sí, Puigdemont lanzó otra este domingo: recuperar las ‘embajadas’.

El proceso empezó siendo un movimiento político de clases medias sacudidas por la crisis. Si las clases urbanas consideran ahora que ya no significa modernidad y que puede afectar directamente a la economía puede darse un vuelco electoral. Al fin y al cabo la gente vota por ilusión, por miedo o por el bolsillo.

Ciudadanos quizá tenga la tentación de vender la piel del oso antes de cazarlo. Y la encuesta del CIS puede hacerles incluso un flaco favor: desmovilizar a sus propios electores. ¿Para que ir a votar si ya ganan? Pero parece que, en efecto, estamos antes las elecciones más abiertas en Catalunya desde 1980."                 (Xavier Rius, director de e-notícies, 05/12/17)

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