19/10/17

James Petras: La inmersión lingüística monolingüe es el banderín de enganche de la clase étnica dominante en Cataluña, California, Texas... zonas en las que las poblaciones de idiomas español son mayoritarias. Para perpetuar las posiciones de privilegio de la población anglo y catalano hablante. ¿No es hora ya de que los progresistas catalanes dejen de imitar a la derecha norteamericana?

"(...) En Estados Unidos, la lucha de los trabajadores hispanos, asiáticos y afroamericanos oprimidos se centra en cambios fundamentales de los programas educativos y sociales. Los manuales de Historia se han escrito de nuevo en muchos sitios para tener en cuenta la experiencia hispana, afroamericana y asiática.

 Con la misma trascendencia, las guerras culturales han girado en torno a la cuestión del bilingüismo, el derecho de los niños hispanos y asiáticos a recibir la enseñanza en su idioma nativo, sea español o asiático, así como en inglés. La reacción de la derecha angloamericana ha sido la de resistir y oponerse a toda concesión en favor del reconocimiento de un cierto pluralismo y de la diversidad cultural, como forma de retener el poder político y económico. 

El monolingüismo es el banderín de enganche de la clase étnica dominante en importantes zonas en las que las poblaciones de idiomas español y asiático son mayoritarias o están cerca de la mayoría (California, Texas, la ciudad de Nueva York).

Una situación parecida se da en Cataluña, donde la clase étnica catalana dominante está imponiendo un sistema monolingüista a la población de habla hispana, incluso en las numerosas ciudades del cinturón de Barcelona en las que la aplastante mayoría de la población y, sobre todo, los estudiantes son hispanohablantes.

 La tiranía lingüística de la elite catalana se justifica mediante una retórica centralista de la que Franco se habría sentido orgulloso: alusiones a un mítico pasado catalán, la necesidad de una vigorosa nación unificada y, más discretamente, el sentimiento de superioridad y arrogancia típico de todos los grupos étnicos que dominan los principales bancos, las empresas y los puestos de gobierno.

Los monolingüistas, sea en Cataluña o en Estados Unidos, evocan la imagen de «amenazas» a su integridad cultural y, en el colmo del absurdo, se presentan a sí mismos como «oprimidos» por sus víctimas.

 Resulta curioso que, mientras los movimientos populares de los grupos de habla hispana y asiática han conseguido importantes avances hacia la educación bilingüe en Estados Unidos, ocurra al contrario en Cataluña: el dogma monolingüista es cada vez más la práctica habitual. Item más, si en Estados Unidos son los sindicatos de profesores progresistas, los movimientos sociales de la izquierda liberal y las confederaciones sindicales los que han asumido un papel abiertamente en defensa de los derechos al bilingüismo y a la cultura de afro-americanos, asiáticos e hispanos, en Cataluña los progresistas (incluidos sindicatos y partidos de izquierda) han respaldado las políticas monolingüistas del autoritario régimen catalán.

Los Estados Unidos tiene graves problemas étnicos y raciales; en pocas palabras, la sociedad está impregnada de racismo. Pero se admite, y las fuerzas sociopolíticas están divididas y se enfrentan en torno a los temas en conflicto. 

En Cataluña se da una asombrosa falta de conciencia sobre los derechos de la clase trabajadora de habla hispana, en particular sobre su derecho a recibir enseñanza en su propia lengua. Las consecuencias son desastrosas. Estudiantes que se han criado hablando en un determinado idioma en casa son obligados a estudiar en otro, lo que les hace padecer una situación gravemente desventajosa.

Tanto los mexicanos en California como los murcianos y andaluces en Cataluña registran más altas tasas de abandono de los estudios y de fracaso escolar que los estudiantes cuyo idioma nativo es el inglés o el catalán. 

Quizá se trate precisamente de eso al imponer el monolingüismo: perpetuar las posiciones de privilegio de la población anglo y catalano hablante en la sociedad mientras se relega a «los otros» a puestos de baja categoría, peor pagados, porque les faltan los requisitos de formación exigibles. (...)"               
 
(James Petras. El Mundo, en Rebelión, 21/04/1999; En este enlace ya no se encuentra este artículo, y en El Mundo sólo se accede mediante suscripción, se puede leer todavía aquí: Burbuja, 16/06/15)

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