20/10/17

El ambiente era relajado y distendido, pero no era “festivo”, ni de “somriures”, ni mucho menos épico. Lo que yo he captado es una reivindicación de nuestros derechos...


"Ese mediodía, como tantos centenares de miles, he asistido a la manifestación de Barcelona. Por primera vez en mi vida, llevaba un cartel con una reivindicación: el lema “No Estamos Solos”. Me pasé toda la tarde para montar un cartel medianamente potable: como no se me ocurrió antes, tuve que hacerlo a mano, con regla, escuadra y cartabón para que las letras tuvieran un cierto empaque y seriedad.

Me quedaron regulín las eses y las oes y, aun así, está bastante bien. Es lo que pasa cuando eres un neófito de la manifestación, así que el próximo día ya me compraré una plantilla de letras. Así ha sido mi manifestación:

En cuanto al trayecto, lo simplifico: entramos en la manifestación alrededor de las 11:40 en Pau Clarís con Aragón. Salida a las 13:45-13:50 en Pau Clarís/Caspe, es decir, sin haber logrado siquiera llegar a Urquinaona. La manifestación se ha disuelto espontáneamente, al comprobarse la imposibilidad de avanzar más.

¿Y qué he visto? Pues algo muy parecido a esta crónica de Emilia Landaluce. Una manifestación preparada con buena voluntad y que ha superado cualquier expectativa de los organizadores. O sea, un poco de desorganización. No lo digo como crítica a una manifestación que, cuando fue convocada, quizás sus organizadores se daban con un canto en los dientes si llenaban Urquinaona y algunas calles adyacentes.

 Lo digo como reconocimiento a la espontaneidad que ha acompañado a la afluencia de gente presente: sin consignas predeterminadas desde la organización, sin dirigir los ánimos en una dirección u otra, sin coreografías ni homogeneizaciones predispuestas.

Porque, amiguitos, eso es lo que yo (repito, yo) he captado: un montón de gente harta de que pisoteen sus derechos. Mientras el independentismo (del que luego hablaré; y no muy bien) se dedicaba a escudriñar en busca de Franco resucitado, los asistentes recitaban lemas bastante simples, del tipo “no nos engañan, Cataluña es España“, “visca Catalunya, viva España y viva Europa“, “dónde está TV3” o “luego diréis que somos cinco o seis“, entre muchos otros.

 Mi cartel, como esperaba, ha tenido su éxito: varias personas se me han dirigido diciéndome “es que parecía que estábamos solos“, alguna hasta me ha pedido hacerse una foto (con el cartel, no conmigo; quizás, también, de paso) y muchas tomaban fotos (del cartel, no de mí).
Sin magnificar el contenido del cartel (lástima que no haya llegado a Laietana, seguro que sale en la tele) y sus efectos, allí había mucha gente liberándose de la presión nacionalista.

 El ambiente era relajado y distendido, pero no era “festivo”, ni de “somriures”, ni mucho menos épico. Lo que yo he captado es una reivindicación de nuestros derechos. Y los asistentes han aprovechado que estaba convocada la manifestación de SCC para hacerlo, sin un guion previo marcado y machacado por la organización y los medios de comunicación a su servicio.

Me ha alegrado, y mucho, ver a mucha gente joven -difícil de ver, todos lo sabemos- y, todavía más, ver que el grupo vamos a llamar dominante, al menos en el sector en que hemos circulado, se situaba entre los 30-35 y los 55, aproximadamente. Es el grupo en que he sentido con mayor fuerza esa liberación: el que no puede hablar del asunto en el trabajo sin que se le echen encima o le llamen facha.

Y también me ha alegrado ver que la presencia de niños era anecdótica. Oh, claro que los había, pero he visto tan pocos… Y por la edad de la gente en mis zonas del recorrido, seguro que podían haber venido muchos más.

No sé si puede calificarse la manifestación de “histórica”. Lo que sí sé es que, al menos entre quienes he podido ver o charlar durante la manifestación, nadie ha venido para “hacer historia”, ni marcar un récord o “hacerle ver” a “la comunidad internacional” que somos no sé cuántos. Han venido para defender sus derechos. (Oh, sí por favor, seguro que alguien habrá venido para defender las esencias de España desde la época de los romanos y tal, etc, blablabla).

Concluyo mis sensaciones de la manifestación. Reconfortante comprobar que tanta gente se ha movilizado, de manera espontánea, en apenas cinco días, que son aquellos en que la manifestación ha tomado la dimensión que finalmente hemos visto. Triste porque, en el año 2017, haya que manifestarse ante el claro riesgo de que unos gobernantes estén a punto de llevarnos al abismo.

Y ahora viene la parte oscura. La parte mala. La parte fea.

  La de unos intolerantes que no soportan que alguien no comparta su forma de ver la vida. Anoche empezó a llegarme, de nuevo, el cúmulo de estupideces surgidas desde el mundo independentista para intentar desacreditar la manifestación. La más sonora, como sabéis, la que sostiene que el grueso de los manifestantes venían “de fuera“.

Tiene gracia porque esta objeción demuestra el nacionalismo inherente al independentismo: al aludir a los “de fuera” expresan claramente eso de “Cataluña, para los catalanes” o “los catalanes, primero“. Y se vanaglorian de inclusivos. Por favor. El cáncer del nacionalismo. Eso sí, a Otegi no le dicen que es “de fuera”. Cómo están algunas cabezas.

Amiguitos, cuando escribí el otro día que iba a asistir a la manifestación, entre otras razones, porque no puedo aceptar que me quieran extranjerizar, me quedé corto al prever las reacciones del independentismo. Gracias, José Antich (director de ElNacional; exdirector de La Vanguardia), por explicarme cuál es tu proyecto: el ninguneo y borrado de tus conciudadanos.

Ese nacionalismo al que le molesta que unos pocos cientos o miles de nuestros conciudadanos que viven fuera de Catalunya hayan venido también; a ellos, los que han venido de otras comunidades, los considera extranjeros. A los que no compartimos este proyecto de exclusión, nos falta poco, como José Antich clarifica y Pilar Rahola confirma.  (...)

Amiguitos, hoy muchos habrán tenido subidón al comprobar que “No Estamos Solos”. Eso está bien. Está muy bien.

Junto a la satisfacción, yo he sentido una intensa amargura por tener que manifestarme contra el nacionalismo y sus atropellos, su voluntad de exclusión y el insulto, expresado por esos nacionalistas de primera línea -que luego se las dan de ejemplares- y, como podéis imaginar, de manera brutal en foros incluso más o menos cerrados, en que todos se conocen de forma directísima.
Qué proyecto de sociedad tienen. Continúo siendo pesimista."                      (Cita falsa, 09/10/17)

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