18/10/17

Director de e-notícies: ¿Pero se puede hacer más el ridículo que declarar la independencia durante ocho segundos ante más de 126 medios internacionales? ¿Se puede ser tan incompetente? ¿Se puede ser tan mediocre? Tarradellas debe estar removiéndose en la tumba. Esto es el fin de la burguesía catalana

"Al día siguiente de que los japoneses bombardearan Pearl Harbour, el presidente Roosevelt bautizó tan aciaga jornada como el día de la infamia.

 Salvando todas las distancias porque no está el horno para utilizar símiles militares, el 10 de octubre del 2017 pasará a la historia como el día de la infamia de los catalanes. Peor porque en este caso fue un gol en propia puerta.

En efecto, la independencia de Puigdemont duró ocho segundos. Fue vista y no vista. Un polvo rápido, rapídisimo. Más bien un coitus interruptus. En vez de ir hacia adelante, vamos hacia atrás: en 1640 la República catalana duró una semana, en 1931 tres días y ahora ocho segundos. Igual, con suerte, salimos en el Libro Guinness de los Récords como la independencia más efímera. Algo es algo.

Porque llevan más de cinco años taladrando al personal con el proceso. Sacando pecho. Repartiendo carnets. Yo mandé a la mierda a uno -el nombre entero del cual no he conseguido nunca aprender y de veras que ahora lo lamento- por dar lecciones de catalanidad mientras esperábamos en la planta baja del edifcio la llegada de Puigdemont.

¿Y ahora qué? Pues lamentablemente aquello que auguré en mi columna de hace más de un mes. Con independencia o sin. Con 155 o sin ya nos hemos ido a la mierda. No era un artículo, era un ruego. Un cruzar los dedos. Nunca me dolió tanto acertar.

El mal que han hecho al país -a nuestra propia confianza- es irreparable. Tardarán mucho en cicatrizar las heridas. Y desde luego todavía puede empeorar. Esto no se arregla ni con elecciones anticipadas, que es lo mínimo que pueden hacer.

¿Pero se puede hacer más el ridículo que declarar la independencia durante ocho segundos ante más de 126 medios internacionales? Ahora sí que el món ens mira que iba diciendo nuestro ministro del Foreign Office, Raúl Romeva.

Porque estaban todos: desde la CNN a Televisa pasando por el Wall Street Journal o el Washington Post. ¿Se puede ser tan incompetente? ¿Se puede ser tan mediocre? Tarradellas debe estar removiéndose en la tumba.

Hay que recuperar la cita, dejarla escrita para nuestro nietos. Charlie Rivel, según algunos el mejor payaso catalán de todos los tiempos, se lo pasaría en grande: “asumo el mandato del pueblo para que Catalunya se convierta en un estado independiente en forma de república. Esto es lo que hoy hacemos, con toda solemnidad, por responsabilidad y por respeto”.

Luego un aplauso prolongado. Incluso algunas lágrimas fuera del hemiciclo. “Y con la misma solemnidad -añadió entonces Puigdemont-, el Gobierno y yo mismo, proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia, para que las próximas semanas emprendamos un diálogo, sin el cual no es posible llegar a una solución acordada”.

Tuve la tentación de titular la crónica de los hechos: “nos hemos cagao”. Como aquella portada lejana de El Jueves cuando la polémica por las caricaturas de Mahoma. Aunque tras el atentado gihadista de las Ramblas tampoco se atevieron a meter el dedo en el ojo.

Pero vamos a ver, presidente: ¿”diálogo”? ¿”solución acordada”? ¿”desescalada en la tensión”? ¿Lo dice usted, precisamente usted, que ha llevado este país al límite? Al borde del precipicio. Han sometido Catalunya a una prueba de estrés. Ha quedado exhausta.

Si lo sabían haber frenado antes. Porque lo sabían: la firma del papelito posterior en la sala de actos del Parlament no se improvisa. Lo tenían preparado.

Pero no, el proceso estaba lleno de valientes: el conseller Turull diciendo que no iban a frenar, Lluís Llach proclamando “ni un paso atrás”, los de Demòcrates -los escindidos de Unió- asegurando que no aceptarían declaraciones de independencia “en diferido”. También dirigentes del PDECAT que comparaban España nada menos que con Corea del Norte. ¿Ha dimitido alguien?. No, siguen pegados al escaño. Prietas las filas.

¿Y los de la CUP? La CUP se lo tragó sin rechistar. Al principio nos amenazaron con salir los diez diputados a montar el numerito durante el pleno. Al final salió sólo Anna Gabriel para hablar de la República de Ikea: “Nosotros queremos una república que dibuje un nuevo mapa de relaciones internacionales que no se escriban desde el poder y desde el dinero, sino desde la alianza fraternal con pueblos y resistencias”.

Sí, mucho discursito pero ni siquiera pidieron elecciones anticipadas. Fuera hace mucho frío. ¿Estos eran los antisistema, los que velan por los obreros, por los oprimidos, por los pueblos del mundo? Quieto parados. La silla es la silla. Y eso que salieron de la reunión en los despachos de Junts pel Sí hechos una furia.

Buenos sí, luego firmaron un papel. Pero en los parlamentos no se firman declaraciones, se votan. Fue otra performance. Como la del Palau con los alcaldes -de éstas llevamos un par- o la de los directores de instituto llaves en mano como si fueran vendedores de una inmobiliaria. Sin olvidar la del TNC (Teatre Nacional de Catalunya para más inri) montada por el PDECAT y ERC. Eso sí: con fondos públicos. Teatro del bueno. Boadella no debería desaprovechar la oportunidad.

Han malbaratado una oportunidad histórica. Tras la traumática experiencia habrá que zurcir el país, reconstruir el catalanismo, replantear el soberanismo. Que me perdone el exlíder del PSC Pere Navarro -que como saben no es indepe y sufrió hasta la agresión de una abuelita soberanista- pero visto com está el patio no lo podemos enviar ni a tender puentes. Se lo comen. El proceso, paradójicamente, ha despertado el patriotismo español.

Y todavía tuvieron el valor de movilizar a dos millones de personas para ir a votar. Yo creo que lo hicieron expresamente para buscar la foto de la Policía repartiendo a diestro y siniestro. O simplemente subestimaron la reacción del Estado. Llevan haciéndolo desde el principio. Yo he llegado a oír tertulianos de TV3 que afirmaban que está “implosionando” y que Rajoy está acabado. Pues no parece. Ni lo uno ni lo otro.

Los han engañado como a chinos. Les dijeron votem per ser lliures y, al final, naranjas de la China. ¿Con qué cara pueden comparecer ahora ante la opinión pública? ¿Y ante los lesionados? Aquí tampoco se ponen de acuerdo porque Turull habló de 800 y Puigdemont de 900. Y eso que son del mismo partido. La Delegación del Gobierno español lo rebaja a un centenar. La de los cinco dedos rotos no sé si la contabilizan como víctima o no.

¿Y los 700 alcaldes que se juegan la inhabilitación? ¿Y los catorce detenidos? Ahora todos ellos lo tienen más crudo que nunca. Lo he dicho más de una vez pero volveré a repetirme como el abuelo cebolleta: los Estados son lentos pero cuando se ponen en marcha son implacables. Pero si nadie ha movido un dedo por nosotros en la UE. Bueno, sí el alclade de Dublín pero éste venía del Sinn Féin.

Lo mejor ha sido la reacción de la parroquia porque esto ya es cuestión de fe.  Inasequibles al desaliento: jugada maestra de Puigdemont. Ahora la pelota está en el tejado del Estado. Si se descuidan. Rajoy ha tardado poco en contestar: que le aclaren si hubo independencia. Si dicen que no quedan como unos cobardes. Y si dicen que sí se aplica el 155.

Les ha entrado el tembleque. Auténtica diarrea. Sólo hay que ver los Telenotícies. El del miércoles noche con entrevistas a Puigdemont y a Forcadell pidiendo clemencia. Hasta se han sacado de la manga los dos últimos empresarios que les quedan a ver si pronunciaban unas palabras a favor del diálogo: el de la la patronal de Terrassa, Antoni Abad, y el de Pimec, Josep González, que lleva siete o ocho mandatos en el cargo. Ya he perdido la cuenta.

¿Y lo de TV3? No lo he dicho hasta ahora pero uno de los que mandé a la mierda fue una de las estrella de la cadena, el presentador del TN noche, Toni Cruanyes. Estaba convencido de que hacen unos informativos cojonudos. A mitad de camino enre la CNN, la BBC y la tele de Beluchistán.
Acabo dándome lecciones de periodismo. Y eso que el tripartito ya lo puso en su día de director del Avui: imagínense la independencia profesional del sujeto. Lo de TV3, ya me perdonarán, no tiene arreglo. Han estado incendiando al personal durante años, especialmente los últimos días.

Había cualquier manifestación -de estudiantes, de bomberos, de tractores- y hacían un montón de conexiones en directo. Pillaban al primero que pasaba y le metían el micrófono en la boca. Claro, como la gente andaba excitada decían de todo: uno recordaba que su abuelo había luchado en la batalla del Ebro, otro que si las fuerzas de ocupación, el de más allá que si la brutalidad policial.

Yo he llegado a ver una entrevista en plató a un estudiante de Universitaris per la República pero desconozco qué representatividad tiene la plataforma. Si son centenares o cuatro gatos. Y recuerdo una conexión en la Universidad Autónoma en la que el orador era David Fernández, el exdipuado de la CUP. No sé si tiene carrera pero si la tiene supongo que debió terrminarla hace años porque ya está mayorcito para ejercer de líder estudiantil.

Pero la culpa no es sólo de TV3, sino también de todos los colegas que han estado tirando carbón a la máquina de vapor. Estos días los de de Euskal Telebista han tenido la gentileza de invitarme al programa En Jake. He coincidido con ilustres procesistas de la talla de Pilar Rahola, Salvador Cardús, Vicenç Villatoro y algún otro que ya no recuerdo. Con el que me supo mal no coincidir fue con Francesc-Marc Álvaro. Le tengo unas ganas.

Todos eran de los de Artur, no afluixis (Artur, no aflojes). Y cuando las cosas empezaron a torcerse todavía soñaban con la mediación internacional o denunciaban la actuación del Estado opresor. Rahola llegó a decir en antena, sin ruborizarse, que habíamos aprendido de las técnicas antifranquistas.

Bueno, ahora todos intentan salvar los muebles. Hasta el culo. La canonjía, la tertulia, la colaboración aquí o allá. La misma Rahola pedía “paciencia” en su artículo de La VanguardIa de este jueves. “No se puede abrir una puerta para dar opción al diálogo y cerrarla al primer minuto de dificultad”, escribe ahora. Que sangre fría por no decir otra cosa.

Al bueno de Villatoro se lo dije antes de entrar en directo mientras nos estaban maquillando: “Vicenç, si hemos llegado hasta aquí es también por culpa vuestra”. Y eso que es una bellísima persona. Cuando lo pusieron de director del Avui Pujol tenía sus dudas porque no grita nunca. Mientras que Salvador Cardús, el día de los hechos, todavía me decía por los pasillos del Parlament que la cosa saldría bien.

El proceso nos va a dejar en bolas a los catalanes. Si hemos llegado hasta aquí ha sido también por la debilidad de la sociedad civil (sic), los medios de comunicación, los periodistas y hasta los intelectuales. Se lo han tragado todo.

La sociedad civil no existe. Es un invento. Una simple prolongación del poder político. Manejada a toque de silbato desde Palau. Sólo hacía falta ver a la extraña pareja, Jordi Sánchez & Jordi Cuixart, haciendo la pelota a Puigdemont tras el pleno después de que se la metieran hasta el fondo.
¿Y dónde están ahora los gasolineros? Los que no han parado de echar gasolina al fuego: Mónica Terribas, Vicent Partal, José Antich, Xevi Xirgo, Esther Vera -ésta pasó de jefe de prensa de Mas-Colell a dirigir el Ara-, Xavier Graset, Jordi Basté, Ricard Ustrell, Antoni Bassas.

Yo, con Basté, tengo muy buena relación personal pero no lo escucho porque a la hora de su programa estoy siempre currando. Y cuando hablo con él por mensaje directo siempre me da la razón o admite que nos la pegaremos. Por eso no sé si sabe que fuera de las ondas lo llaman imán Basté.
¿Y los tertulianos? ¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?

 Me refiero a los Tian Riba, Josep Martí -éste era del PP- Salvador Cot, Ferran Casas, Marta Lasalas. A los que han mimado en TV3 o en 8TV. En Catalunya Ràdio y en Rac1. Porque los veías por la noche en un sitio y a la mañana siguiente en otro. Como si no hubiera más periodistas. Sin olvidar a Toni Soler, que ha estenado programa hace poco. Ni a Sala i Martín, que repite temporada.

A Ferran Casas lo he visto en TV3 hasta comentando la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, un patriota de pedra picada como él. Y otra colega, Gemma Aguilera, esta de El Món, el digital del PDECAT, me montó el otro día un pollo en la sala de prensa del Parlament. El pasado domingo la vi cerca de Jefatura cubriendo la manifestación unionista. Le debió dar urticaria entre tanta bandera española.

Pero, sinceramente, lo del conde de Godó no se entiende. Yo he visto al mencionado Josep Martí -¡exsecretario de Comunicación del Govern!- y a Tian Riba sentados en la misma mesa. Me recordaba cuando Convergència metía a los suyos de dos en dos en els Matins de TV3. Una pluralidad nunca vista.

En cambio, otros han sido recolocados o recompensados. Como Vicent Sanchis, al frente de TV3. O Toni Aira, al que tenían en todos lados hasta que ha acabado de director de comunicación del PDECAT. A ver si salva el Titanic del naufragio. Imposible: la comunicación no hace milagros.

Pero quizá lo más grave es lo de los intelectuales porque, desde este punto de vista, Catalunya es un desierto excepto alguna honrosa excepción que no está entre las filas del proceso. Al intelectual se le exige honestidad, sentido de la autocrítica, conciencia moral. Pero yo he visto al propio Salvador Cardús pedir el voto para CiU durante el míting final del 2010 en el Palau Sant Jordi.

Y Vicenç Villatoro -ahora enchufado en el CCCB con sueldo de consejero o similar- ha traspasado varias veces las líneas que deberían separar la política de la cultura. De diputado de CiU pasó a director general de la CCRTV. Para que vean la neutralidad de los medios públicos en Catalunya. Pero creo que, en el fondo de su corazón, tiene la espina clavada de que nunca llegó a conseller. Ni llegará a este paso.

En fin, hay que extraer algunas conclusiones finales del proceso. La primera es que esto es el fin de la burguesía catalana. Si Catalunya como país ya sólo es capaz de generar líderes como Mas y Puigdemont apaga y vámonos. Bajemos la persiana una temporada y procuremos pasar la travesía del desierto sin hacer demasiado ruido. Hasta que amaine la tormenta.

La segunda es que nuestra clase política ha quedado en pelotas. Incluida Ada Colau, que siempre anda haciendo el remolón. No sabes nunca si va o viene. A la mujer se le ocurrió hasta acusar a la Policia de "agresiones sexuales". Como si además de ir dando porrazos tuvieran tiempo de violar a la gente por las esquinas.

Desde luego va a pasar factura más a los gobernantes que a los de la oposición. No va a quedar ninguno. Porque al fin y al cabo ellos nos han llevado hasta aquí. Estoy hablando de Puigdemont, Junqueras, Romeva, Turull, Rull, Mundó, Santi Vila, Toni Comín. Éste último llegó a Palau al día siguiente del referéndum repartiendo sonrisas y levantando el pulgar. 

Celebrando la victoria. 
En resumen: todo el Govern en pleno. No se escapa ninguno. Hasta el de Cultura el nombre del cuál no he conseguido todavía aprenderme del todo. Junqueras aún ha tenido la osadía de decir que están haciendo una “obra de arte”. Los locos acostuman a creerse Napoleón, pero éste se cree Leonardo da Vinci. Desde el repaso que le dio Borrell creo que no se ha recuperado.

Pero también todos y cada uno de los dirigentes de Esquerra o del PDECAT. Si yo fuese Marta Rovira, Lluís Llach, Germà Bel, Eduardo Reyes, Marta Pascal, Lluís Corominas, Miquel Buch o Toni Castellà -por citar sólo algunos: no caben todos- me daría vergüenza salir de casa. Probablemente hasta me escondería debajo de la cama.

En el mismo pack deberíamos incluir a ese prodigio de la oratoria parlamentaria que es Gabriel Rufián. Además de Joan Tardà, Carles Campuzano, Jordi Xuclà y otros. Yo, de ustedes, me lo pensaría. Si finalmente nos dan la independencia dejarían de cobrar del estado opresor y tendrían que ponerse a trabajar. En el sector privado, digo.

Tercera: en Catalunya había miedo escénico. Aquella genial expresión inventada por Jorge Valdano. No me sorprende: yo me lo encontré un día comprando libros. Lo juro. Si las empresas que se han ido hubieran hablado antes quizá no hubiéramos llegado hasta aquí. Pero callaron.

Los únicos que se atrevieron a advertir de las consecuencias fueron el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, que ya lo dijo en enero y recibió un montón de palos. Y el presidente de CaixaBanck Isidre Fainé, aunque como presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA).

Pero si al final se ha ido hasta Abertis, presidida por Salvador Alemany, que fue asesor de Mas en la primera legislatura. Cuando presumía de business friendly. Estaba al frente del Consejo Asesor par al Reactivación Económica. Al astut lo acabarán borrando de la lista de exalumnos distinguidos de la escuela Aula, donde hizo sus primeros pasos. Tiempo al tiempo.

En fin, me sabe mal por los que se lo creyeron. Uno de mis hijos -según Pilar Rahola se ha hecho de la CUP por culpa del padre- estaba el miércoles en el Arc del Triomf esperando la buena nueva, el maná, el nacimieno del nou país. El de los helados de postre.

Ahora habrá que volver a empezar.  Si tuvieran un poco de dignidad convocarían elecciones y se irían a casa. Pero de todas las posibilidades que deben haber cruzado por mentes tan privilegiadas ésta es la única que no han planteado públicamente. El chiringuito es el chiringuito.

La única duda que me queda es si, en caso de aplicar el 155, hay dos millones que saldrán a la calle o está empezando a bajar el suflé. Como cuando te deja la novia, acabas por asumirlo y te buscas una mejor.

Lo he dicho siempre: no se puede mantener un país en tensión durante cinco años. No hay cuerpo o mente que lo aguante. Ahora está agotado. A ver si, al final de todo, el proceso se disuelve como un terrón de azúcar."                      (XAVIER RIUS , Director d'e-notícies, 12/10/17)

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