"El 62% de los catalanes y el 85% del resto de ciudadanos españoles
considera que la independencia de Cataluña tiene “muy pocas o nulas
probabilidades de hacerse realidad”, según el sondeo de Metroscopia publicado en EL PAÍS el pasado día 28.
Porcentajes similares (60% y 79%) consideraban que “tal como están las
cosas” lo mejor sería que el Govern optase por una “estrategia
negociadora”. (...)
A la vista de los resultados electorales y de las encuestas,
muchas personas se preguntan por qué no aceptar la votación en esos
términos para resolver de una vez el problema. La respuesta es: porque no se resolvería.
Si el Estado aceptase un referéndum vinculante sobre sí o no
a la separación, opción con incierto desenlace, quedaría sentado un
precedente a invocar en cualquier situación futura más propicia. Y ello
con independencia del resultado.
Es cierto que casi la mitad de los catalanes son favorables a
la separación (47,8%, en las plebiscitarias de 2015), pero algo más de
la mitad están en contra. De ahí el afán de los partidos
independentistas por superar el 50% en alguna votación, para legitimar
la continuidad del procés.
Para lo que necesitan captar el voto
de los sectores que defienden el referéndum pero dudan sobre la
secesión, como el grupo de Ada Colau, que han asumido como seña de
identidad de la izquierda la adhesión al principio de autodeterminación.
Pero ese principio solo es aplicable a situaciones
coloniales o de opresión manifiesta, y de ahí su empeño en magnificar
errores reales o supuestos del Gobierno con paralelismos absurdos o
desmesurados. Como la pregunta insidiosa de Puigdemont a Rajoy sobre si
pensaba recurrir a la fuerza “contra Cataluña”. Invocación que esconde
el anhelo de un clima de tensión que radicalice a los dubitativos.
Es cierto que, como dijo Raimon, “al final será necesario votar para desencallar la situación”. Al final, porque como explicaba ayer aquí el politólogo Matt Qvortrup,
un referéndum sin acuerdo previo negociado entre las partes, es entre
improductivo y peligroso.
Y para acordarlo será necesario no dejar fuera
las salidas intermedias,incluyendo una autonomía reforzada que según
las encuestas sería la opción mayoritaria. Porque a diferencia de la
independencia, no sería irreversible y permitiría modular las demandas
ciudadanas, evitando el todo o nada. Lo que a su vez favorecería el
acuerdo entre ambos Gobiernos, como recomienda el Consejo de Europa." (Patxo Unzueta , El País, 08/06/17)
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