26/7/17

La efervescencia independentista en Cataluña responde en mucho al proceso de decadencia de las sociedades occidentales. España sólo es otra ficha más en el dominó de esa decadencia global de Occidente

"(...) Como ya he comentado muchas veces, creo que la efervescencia independentista en Cataluña responde en mucho al proceso de decadencia de las sociedades occidentales, decadencia que ya se ha manifestado de manera particularmente evidente en Grecia, Reino Unido, EE.UU., e incluso Francia

España sólo es otra ficha más en el dominó de esa decadencia global de Occidente, fruto de una crisis que no puede acabar nunca; y es sólo cuestión de tiempo que España sufra una convulsión, previsiblemente peor que las de nuestros vecinos. 

El sentimiento de desconexión con las élites que experimentan la mayoría de los ciudadanos hace que todo lo que tenga que ver con el Estado se vea como ineficiente y corrupto, y que cada vez menos personas, tanto en España como en Cataluña, están de acuerdo con un continuismo que tiene una imagen cada vez más retrógrada y despreciable.

(...) Contrariamente a lo que se defiende desde el campo independentista, la secesión de España supondría una caída económica más que considerable tanto para España como para Cataluña. 

El grado de interconexión de las dos economías es total, pues Cataluña forma parte de España, la mayoría de sus "exportaciones" van a España y para España Cataluña es un motor económico fundamental. 

Ya desde el punto de vista meramente logístico, el proceso de secesión tiene una complejidad astronómica: desde la gestión de la red eléctrica, enormemente interconectada entre ambos territorios, hasta las redes de gas, carreteras, puertos, aeropuertos, cuencas fluviales, recursos hídricos y así un largo etcétera. 

Además, tal secesión no se verificaría de grado: al margen de que más de un líder independentista pueda acabar en una cárcel española, y de que acabara produciéndose cierta violencia hasta la consumación de la separación, es evidente que, por una cuestión de orgullo nacional y sabiendo cómo son nuestros líderes, España no ayudará a Cataluña a hacer más sencillo el proceso, ni tan siquiera en aquellas cosas en las que la no-colaboración perjudicase claramente a los españoles. 

Antes al contrario, se pondrán todo tipo de obstrucciones y pegas, y entre otras España intentaría endosarle al nuevo Estado tanta deuda nacional como le fuera posible (si le dejan). 

Y por si fuera poco, esta eventual secesión de Cataluña pasaría en medio de una grave crisis económica mundial, que no sólo agravaría los problemas económicos internos sino que además mermaría el apoyo internacional al proceso de transición (como mínimo, el apoyo económico). 

Teniendo en cuenta que la siguiente oleada recesiva muy probablemente será el inicio del largo descenso energético, la trayectoria será siempre descendente para los países occidentales, pero en el caso de Cataluña y España ese descenso sería más rápido que el de otros países de nuestro entorno (lo cual, no nos engañemos, a ellos les vendría muy bien, por lo que se supone de aumento de recursos disponibles para ellos).  (...)

La enorme carga de la deuda, las espurias rencillas entre Cataluña y España, la enorme complejidad de los ajustes en la gestión de tantas infraestructuras y administraciones, y todo eso con el trasfondo de una crisis económica draconiana, podría servir no sólo para producir una fuerte caída inicial de la que nunca nos recuperaríamos, sino que probablemente pondría, tanto a Cataluña como a España en una vía de descenso más rápido de la que tendrían yendo juntas por la Historia. 

Así pues, la independencia de Cataluña nos llevaría a un colapso rápido pero en mejores condiciones que los colapsos que sucederán posteriormente. Por tanto, en una última paradoja, el proceso secesionista catalán supondría una gran ventaja y algo deseable tanto para Cataluña como para España. 

Aunque dudo mucho de que ningún representante político osara jamás plantear el debate en estos términos."                (The Oil crash, 05/07/17)

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