"El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, espera acabar en prisión por su determinación para impulsar el referéndum separatista. Así se lo ha comunicado a su círculo más íntimo, incluyendo a su esposa, Marcela Topor.
Pero las perspectivas del 'president' distan mucho de ser realistas,
sobre todo porque desde Moncloa se ha marcado como principio que la
respuesta al desafío soberanista catalán sea "proporcionada". (...)
Puigdemont. Es la persona clave. Independentista convencido, no le votaron como presidente pero se encontró con el cargo
por la presión de la CUP. Sin embargo es clave. El referéndum lo ha de
convocar él.
Y él está dispuesto a hacerlo. Otra cosa es que pueda.
Fuentes de Palau recuerdan que el Centro de Telecomunicaciones y
Tecnologías de la Información (CTTI) no ha convocado aún el concurso
para que una empresa informática asuma la organización del referéndum.
Tampoco hay una junta electoral en condiciones para poder exhibir la
consulta con las debidas garantías ante la opinión pública
internacional.
Para Puigdemont y sus asesores cercanos este
fracaso tiene sentido solo si él acaba como un mártir. En ese contexto
se entiende su interpelación a Mariano Rajoy sobre si pensaba usar la fuerza para frenar el independentismo.
Un sacrificio que Puigdemont querría que sirviese para galvanizar una fuerte movilización
popular que paralizase Cataluña. A eso lo fían todo para no caer en el
ridículo. Una mentalidad de que "perder es ganar", muy arraigada en
Cataluña: desde el Barça de la época de José Luis Núñez hasta la derrota de 1714. (...)
ERC y Junqueras juegan con otros parámetros. En privado también
reconocen que no podrán hacer el referéndum. Pero en el partido y en
vicepresidencia apuestan por otro 9-N, lo más maquillado posible.
Una
consulta que incluso podría convocarse basándose en la Ley de Consultas
Populares, la misma que utilizó Artur Mas para su simulacro de
referéndum. La idea de ERC es hacer un acto al límite, urnas, gente
votando, pero sin que les suponga inhabilitaciones.
O al menos, no a sus
cargos. Si Puigdemont y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, asumen los costes de la operación, ya les va bien, según aseguran altos cargos del partido. Si Puigdemont acaba inhabilitado, Oriol Junqueras será el presidente.
Tendrá que ser ratificado por el Parlament, pero será presidente y
podrá escoger entre convocar elecciones o agotar una legislatura tan
atípica como ésta.
Para ERC el principal problema de esta maniobra es que la participación sea más baja que en el 9-N –los más de 2 millones de personas–. En ese caso, son conscientes de que todo el movimiento independentista quedaría muy desprestigiado. (...)
En el Palau Robert, donde tiene su despacho Artur Mas,
la vieja guardia convergente vela armas. También quieren el referéndum y
también reconocen entre sus allegados que no podrá celebrarse. Pero por
el camino esperan que Junqueras también termine inhabilitado
y quede apartado de la carrera política.
Para Mas y los suyos, la
jugada es que ERC salga muy tocada del fracaso del referéndum y que las
bases del partido republicano, muy cainitas, acaben con la actual
dirección, lo que permitiría al PDeCAT acudir a las nuevas autonómicas
en condición de igualdad con ERC que, hoy por hoy, es el favorito en las
encuestas. (...)
El cuarto polo es el propio PDeCAT. De puertas para adentro, Marta Pascal
reconoce que la consulta no se podrá llevar a cabo y que las
consecuencias para su partido serán desastrosas. Pascal ya descuenta que
su partido se irá a la oposición y que gobernará un tripartito liderado
por Junqueras. Además, la marcha de Germà Gordó no augura nada bueno. Muchos en el partido aseguran que el exconseller de Justicia morirá matando. (...)
El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, se negó a organizar el referéndum cuando fue sondeado para ello.
Ahora les han pedido a ellos y a Òmnium que garanticen la movilización
masiva cuando Puigdemont sea apartado del cargo.
La ANC ha asegurado que
puede mantener en movilización permanente a unas 15.000 personas,
pero no a más. Lo bastante para llenar Plaça Catalunya o para montar
una acampada masiva ante el Parlament, las dos opciones que se barajan
en este momento para seguir tensionando la cuerda.
Esta semana los
sindicatos se desmarcaron del 'procés' por la situación de indefensión
en la que quedaban los funcionarios de la Generalitat. Nadie cuenta con
una huelga general que paralice Cataluña, algo con lo que también
fantasean Carles Puigdemont y sus asesores. Todo apunta a que no será
suficiente. El independentismo llega muy corto de fuerzas a su fase
decisiva." (Marcos Lamelas. Barcelona , El Confidencial, 10/06/17)
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