"(...) 1. Hay Comunidades Autónomas ricas y pobres.
2. Las regiones ricas (más jóvenes, dinámicas, más pobladas y más densamente pobladas), además de por los votos que contienen, manejan la agenda política
por su riqueza, porque concentran el capital que sostiene a los grandes
medios, a las influyentes empresas, etc. Si Murcia estuvo en la agenda
hace poco fue sólo en la medida en que se estaba jugando la imagen
(nacional) del PP. De su economía supimos poco.
3. Como sucede en la confrontación entre países, los intereses de las regiones ricas, en materia fiscal y financiera, son opuestos a los de las regiones pobres.
4. Los partidos más federalizados integran esa tensión en su seno. Es el caso del PSOE, Podemos o IU. Han tratado de sofocarla apelando al principio de ordinalidad, que se centra en la restricción de la solidaridad interterritorial. Han abandonado sus principios. (...)
6. En los partidos más federalizados es más probable que surjan
candidatos de regiones ricas, y/o con apoyos de regiones ricas, que
defiendan engendros tales como la “nación de naciones”; invento
tan pegajoso y alejado de la justicia social como ese otro de la
“Europa de los pueblos”.
Se trata de asegurarse de que entre estados
distintos (o entre administraciones territoriales diferentes) los
presupuestos no sean vasos comunicantes. Que cada cual se apañe con lo
suyo. Con tal invento cada región puede hacer lo que quiera.
Del mismo
modo que el pobre, con su plena libertad, será libre de morirse de
hambre, también lo serán las CCAA más improductivas (improductivas por
herencia histórica, pues fue el Estado mercantilista el que protegió,
con aranceles, el textil catalán). Para sobrevivir electoralmente, y
deudora de su estructura, la izquierda se ha convertido necesariamente
en derecha. Pero sigue igual de contumaz en su arrogante superioridad
moral. (...)
7. El PSC (partido distinto al PSOE y en el cual el PSOE no tiene ni voz ni voto) ha decantado (le ha dejado hacerlo la Gestora, que no se ha atrevido a romper la grotesca alianza) el voto hacia el candidato de la libertad (de las regiones ricas) y la plurinacionalidad.
Sin
duda la primera noticia, la del ataque al Estado de Derecho, es
sumamente grave y resulta lamentable la escasa respuesta social que está
recibiendo el embate catalán. Pero la segunda me parece mucho más
importante y sintomática (explica con creces que se pueda dar la
primera): nuestra izquierda parlamentaria (que no es izquierda)
ha perdido por completo el norte y se ha aliado con quienes amenazan la
igualdad.
Y sólo consigue pervertir cada día más sus principios,
dejando huérfanos a quienes abogamos por la igualdad, sin pretender
mermar las libertades ni ahogar la capacidad productiva de algunos polos
dinámicos que deben financiar los derechos con que legitimamos al poder
político, para que éste pueda conservar a su vez nuestro sistema
democrático.
El ataque del secesionismo avanza porque la izquierda
española calla. Esto es lo que debe entenderse. Y calla porque no
entiende que el mayor ataque del secesionismo no es contra el Estado de
Derecho (desgraciadamente, todos encontramos coartadas en nuestra vida
cotidiana para saltarnos una norma en nombre de un fin último más
valioso; el propio Estado encuentra esa coartada -incluso legalmente- y
la llama ‘estado de excepción’), ya que cree que eso puede llegar a
consentirse -no entremos ahora en los desatinos de esto- en nombre de un
fin mayor.
Calla porque no quiere entender que el mayor ataque del
secesionismo es contra nuestro estado social, contra la justicia, contra
los derechos de muchos españoles.
Más que señalando la violación
de los medios, la batalla se ganará cuando todos entiendan que el
nacionalismo se propone violar los fines sobre los que se sostiene la
democracia y, en definitiva, cualquier idea de justicia social que se
precie. La secesión pretende arrebatarnos (expoliarnos) recursos que son
también nuestros para financiar derechos que son de todos.
Y
mientras no deslegitimemos por completo su fin, desenmascarando el
brutal egoísmo que esconde, seguirán avanzando, con sus medios fascistas
sin que la gente tome la calle para hacerles frente. Si acaso la
tomarán para arremeter contras las instituciones comunes. Lo estamos
viendo." (Mikel Arteta, FRONTERA D 23/05/17)
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